Historias reales
En España hay 30.000 personas sin hogar, según reflejan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Son personas como tú y como yo, cada uno con su historia ¿Quieres conocerla? Laura, Ion y Juan te la cuentan.
Historia de Laura
Laura es española y tiene una hija. La muerte de su padre unido a múltiples circunstancias le
llevó a consumir drogas.
Durante 10 años fue destruyéndose a sí misma; acabó en la calle y con la ruptura de su familia.
Nadie nace en la calle. Las personas sin hogar viven una media de 7 u 8 sucesos traumáticos
encadenados. El resto de personas sufrimos una media de 3 o 4 sucesos espaciados a lo largo de
nuestra vida. Si a esto añadimos la falta de apoyo de familiares y amigos, nos encontramos con que
cualquiera de nosotros podríamos vernos en la calle.
A partir de aquí, Laura rompió con todo: con su familia, con amigos e incluso con su hija. Empezó una etapa de autodestrucción que duró aproximadamente 10 años. Empezó a desconfiar de las personas a su alrededor.
Tras tocar fondo Laura decidió emprender cambios en su vida por miedo a ingresar en prisión. Su primer paso fue acceder a un centro de desintoxicación que le hizo reflexionar sobre la vida que estaba llevando y preguntarse si era eso lo que realmente quería.
Laura tiene claro cuál es el motor de su vida: su hija. Por ella ha dejado atrás su pasado y lucha para poder darle lo que, como madre, hasta ahora, no ha podido.
“Lo que más dolía eran las miradas de superioridad de las personas que pasaban a mi lado”.
Laura acude a un comedor social. Tiene que esperar varias horas, llueva, truene o haga un calor insoportable, para conseguir un plato que la alimente. Pero ¿sabes? Lo que más necesita Laura no es la comida, sino poderse relacionar con normalidad, que no la miren mal, que alguien la llame por su nombre, que quien se cruce por su camino no la juzgue y piense que es una aprovechada o una vaga. “Lo que más dolía eran las miradas de superioridad de las personas que pasaban a mi lado”.
Actualmente, ha superado casi todos sus obstáculos y ya sabe cómo afrontar los que vengan en el futuro, sin ir hacia atrás pero sin olvidar el pasado.
Historia de Ion
Ion es rumano. Vino a España a trabajar porque en su país no encontraba empleo. Durante 10 años
llevó una vida normal. Con la crisis económica se quedó sin empleo y acabó durmiendo en la calle
ya que no tenía familiares cerca que le pudieran ayudar.
Ion trabaja vendiendo chatarra. Esto le permite irse haciendo una estancia en la que malvivir: un
techo de uralita, sobre paredes de madera, sin agua corriente, con frío y humedad, inseguro...
¿Podemos llamar a esto “hogar”?
Las personas necesitamos un hogar seguro, donde poder vivir con unas condiciones mínimas de
comodidad como agua, luz o calefacción.
Ion es originario de Rumanía, llegó a España con un proyecto migratorio de carácter económico, ya que en su país de origen las oportunidades de trabajo escaseaban.
Durante los primeros años en España, tuvo empleos precarios, sin contrato laboral, por la dificultad en el idioma y la falta de papeles. Sin embargo, con constancia y tenacidad, consiguió un contrato laboral estable, en el sector del metal.
Durante 10 años, el sueño de Ion se hizo realidad, tenía su casa de alquiler, un sueldo todos los meses, un trabajo que le llenaba, una pareja e incluso podía enviar dinero a su familia.
En 2008 la inestabilidad laboral del país hizo que Ion empezara su periplo por varias empresas sin conseguir un empleo estable. La falta de recursos económicos fue, poco a poco, aumentando las deudas. La consecuencia inmediata fue la pérdida de su casa de alquiler y de pronto se vio viviendo en la calle. En ese momento, Ion no contaba con redes de apoyo que le pudieran ayudar ante esta situación tan extrema.
Vivir en la calle produce desesperación, miedo y desprecio de la ciudadanía, provocada por la falta de empatía. Sentimientos que Ion experimentó y que disfrazó con el alcohol.
Tras varios meses durmiendo en un cajero, Ion ha emprendido cambios en su vida para recuperar todo lo perdido. Con mucho ánimo para seguir adelante, totalmente abstinente en cuanto al consumo de alcohol y con ganas de recuperar su sueño perdido: tener un trabajo, su casa y volver a sentirse persona.
Historia de Juan
Juan es madrileño. Ha trabajado en hostelería, construcción, textil e incluso en el ejército. Juan
se define - muy a pesar suyo - como la cigarra inconsciente de la fábula. Piensa que por eso ha
vivido 12 años en la calle.
Le gusta escribir y contar cuentos. Esta tarea ha sido su gran apoyo y, en ocasiones, su principal
motivación para seguir luchando. El dinero que gana con esta afición le permite alquilar una
habitación para vivir.
Siente que hace mucho tiempo que nadie le llama por su nombre. Le duele la indiferencia de los que
pasan a su lado sin mirarle. Las personas sin hogar son personas con sentimientos, no son muebles
urbanos. Juan siente la soledad, que le miren mal, que le juzguen.
Juan es madrileño. Ha trabajado en hostelería, construcción, textil e incluso en el ejército. Juan se define - muy a pesar suyo - como la cigarra inconsciente de la fábula. Piensa que por eso ha vivido 12 años en la calle.
Le gusta escribir y contar cuentos. Esta tarea ha sido su gran apoyo y, en ocasiones, su principal motivación para seguir luchando. El dinero que gana con esta afición le permite alquilar una habitación para vivir.
Siente que hace mucho tiempo que nadie le llama por su nombre. Le duele la indiferencia de los que pasan a su lado sin mirarle. Las personas sin hogar son personas con sentimientos, no son muebles urbanos. Juan siente la soledad, que le miren mal, que le juzguen.
“¿Conocéis el cuento de la cigarra y la hormiga? Así me veo yo, como la cigarra”.
Juan escribe cuentos para niños, ¡y lo hace fenomenal! Pero su auténtica pasión es la lectura. Es su refugio, porque leyendo puede vivir otras vidas. Y es que no es fácil enfrentarse solo, cada día, a tantas dificultades. Una de las peores, es la soledad. Y es muy difícil de combatir. En ciudades como Madrid, puedes estar siempre rodeado de gente, pero sentirte a la vez totalmente solo, como le ocurre a él.
Juan definió todos esos años en la calle como “de auténtica soledad”, que le llevó al abandono de sí mismo. Su única vía de escape fue la lectura, que le ayudaba a matar el tiempo y -lo más importante- fue su motor para seguir viviendo.
Actualmente, Juan vive en una habitación alquilada y su razón para seguir adelante siguen siendo los libros, escribir cuentos e interpretarlos.
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